El Titán de la Llanura, Victor Jovica: ¿Qué deben aprender los demás promotores en Puerto Rico?
- Josian Omed Vázquez Díaz

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El siguiente artículo fue escrito por Josian Omed Vázquez Díaz, productor del proyecto digital Circuito Internacional de Lucha Libre, y es compartido en este sitio web bajo su autorización.
En la historia de la lucha libre puertorriqueña hay nombres que se recuerdan con nostalgia, otros con respeto y algunos con verdadera reverencia. Pero hay uno que sobrevive a las modas, a las crisis, a los egos y al paso implacable del tiempo: Victor Jovica, "El Titán de la Llanura".

Desde su llegada a Puerto Rico en los años setenta, este croata convertido en boricua por vocación no solo fue luchador, sino un visionario que entendió el corazón del fanático. Junto a Carlos Colón Sr. y Gorilla Monsoon, fundó en 1973 la Capitol Sports Promotions, hoy conocida como World Wrestling Council (WWC), la empresa más longeva en la historia de la lucha libre caribeña y una de las más antiguas del mundo.
En un país donde muchos proyectos nacen con fuego y mueren, Jovica logró mantener una empresa activa por más de cincuenta años, sin venderse al cansancio, a la política ni al oportunismo. Y ese solo hecho en una industria marcada por la inestabilidad lo convierte en una figura legendaria que debe ser estudiada, no solo admirada.
Victor Jovica entendió algo que muchos promotores modernos aún no comprenden: la lucha libre no es una carrera de velocidad, es una maratón. No se trata de llenar un coliseo una noche, se trata de construir una marca que el público reconozca, respete y espere cada semana. Mientras otros apostaban al evento del momento, Jovica apostó al tiempo. Creó personajes, historias, rivalidades y una identidad nacional. Logró lo que pocos han alcanzado: hacer que la lucha libre boricua fuera parte del ADN cultural del país. Su empresa sobrevivió huracanes, crisis económicas, competencia feroz, críticas y hasta traiciones.
Y mientras muchos promotores modernos anuncian grandes carteleras y desaparecen meses después, Jovica sigue recibiendo cheques de WAPA-TV todas las semanas, porque su producto aún tiene valor, aún se transmite, aún vende, aún entretiene.

El fanático boricua es apasionado, exigente y emocional. Quiere historias, héroes, villanos, drama y autenticidad. Víctor Jovica supo leer ese pulso. No intentó copiar a Estados Unidos; adaptó la fórmula. Creó ídolos locales, promovió a luchadores que se volvían parte de la familia del fanático. Hizo que el pueblo sintiera que la lucha libre era suya. Esa conexión emocional es lo que muchos promotores han perdido en la era moderna del "streaming" y los "likes".
Hoy, mientras algunos solo buscan viralizar una cartelera o traer una figura extranjera por una noche, Jovica nos recuerda que la verdadera grandeza se mide por la permanencia, por la fidelidad del público, por la capacidad de crear cultura, no solo taquilla. Jovica sobrevivió a los años más turbulentos de la lucha libre caribeña. Vio partir a figuras, enfrentó crisis de audiencia, y aun así, no cerró su empresa. La WWC ha sido su escuela, su templo y su legado. No hay "boom" ni crisis que lo haya hecho rendirse.
Esa resiliencia es lo que debería inspirar a las nuevas generaciones de promotores: no rendirse cuando las cosas no salen, no cambiar de nombre cada seis meses, no culpar al público, sino reconstruir la confianza. Porque la lucha libre en Puerto Rico no está muerta, solo necesita liderazgo, disciplina y visión. Y eso es precisamente lo que encarna Víctor Jovica. Este editorial no es una elegía, es un desafío.
A los promotores de hoy les pregunto:
-¿Dónde estará su empresa dentro de diez años?
-¿Tienen una visión o solo un calendario?
-¿Construyen legado o solo buscan taquilla?
-¿Están formando estrellas locales o solo importando nombres temporeros?
-¿Tienen respeto por el fanático, por la historia, por la industria?
El ejemplo de Jovica debería ser su manual de trabajo:
-Estrategia a largo plazo.
-Identidad propia.
-Compromiso con el público.
-Profesionalismo detrás del telón.
-Pasión por el negocio, no por el ego.
Puerto Rico no necesita veinte empresas nuevas cada año. Necesita dos o tres promotores comprometidos que sepan unir, innovar y profesionalizar la industria. Promotores que entiendan que sin respeto por el público, no hay lucha libre; y que sin visión, no hay futuro. Mientras algunos siguen buscando excusas o culpables, Jovica sigue haciendo lo que mejor sabe: producir, sostener y cobrar. Y aunque el meme que circula en redes diga en tono de humor "Aprendan de papá", la frase encierra una verdad brutal: el que entiende el negocio, no solo sobrevive, prospera.
El "Titán de la Llanura" no es solo un hombre de números o contratos, es un ejemplo de cómo la pasión, la disciplina y la visión a largo plazo pueden mantener viva una industria entera. La lucha libre puertorriqueña necesita más Jovicas: promotores que piensen como empresarios, pero sientan como fanáticos. Porque solo así, con visión, compromiso y respeto, la lucha libre boricua volverá a rugir tan fuerte como en sus mejores tiempos.
Y cuando eso ocurra, la voz de la historia volverá a decir: ¡Aprendan de papá!
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Josian Omed Vázquez Díaz, autor del artículo, es el productor del proyecto digital Circuito Internacional de Lucha Libre, es Oficial de Prensa en el Gobierno de Puerto Rico. También tiene experiencia como productor de eventos en múltiples empresas de lucha libre en Puerto Rico, República Dominicana y México.































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